domingo, 14 de noviembre de 2010

Comunicación y Mercado de Trabajo. Práctica 8.

Llegó la temida entrevista...

La entrevista de trabajo, ese trago que mucho soñamos en no pasar nunca y que, sin embargo, supone una prueba de fuego crucial, no sólo para el empleador sino para nosotros mismos.

Aunque en mi corta vida laboral he pasado por cuatro o cinco entrevistas, algunas con más suerte que otras (en concreto, dos); voy a destacar aquella que me llamó más la atención; fue en Zara, un puesto para dependienta.

Averigüé que se requería personal por una amiga que trabaja en el Centro Comercial donde se encuentra dicho establecimiento, así que fui directa, cogí un currículum de la tienda (en Zara tienen un currículum estandarizado sólo de la empresa -como en otras muchas tiendas del sector, Blanco, Pull & Bear, Springfield...-), lo rellené y adjunté mi currículum personal en papel con foto incluida (ya se sabe que en Zara la apariencia de sus empleados es importante); tengo que  decir que para que mi currículum estuviera a la altura, lo repase debidamente por sí debía incluir alguna actualización y, asimismo, añadí en el apartado "Datos de interés", que aunque no había tenido experiencia en tiendas de ese sector, si había trabajado de cara al público y manejando caja; con esto remarco, que adapté mi currículum a esa entrevista.

Para obtener más información, acudí a una amiga que conocía a una chica que ya trabajaba allí para que me diera una serie de directrices a seguir en la entrevista (saber aproximadamente que podrían preguntar, cómo transcurre, cómo hay que ir vestido...) por si tenía suerte y me llamaban, ir lo más preparada posible.
Una vez averigüé todo eso, llegó la esperada llamada donde me citaban por la tarde en la tienda, pidiendo puntualidad y aconsejándome que en cuanto llegase, fuera a la caja central y preguntara allí. 

Así me dispuse el día previsto a acudir a mi entrevista (era mi primera vez en este tipo de tiendas), fui vestida con unos jeans ajustados de pitillo, una camiseta arreglada (pero informal) blanca, tacones no demasiado altos (como me habían aconsejado) y ligeramente maquillada; también, llevada otra fotocopia de mi currículum en papel por si fuera necesario.

Al llegar (15 minutos antes) me encontré ya con varias chicas que esperaban, todas vestidas de una forma bastante acorde a la mía, con lo que respiré aliviada porque aunque había hablado con esa chica, siempre tienes algo de nervios, por no estar segura del todo de si has acertado...; se acercó la encargada de personal, una mujer joven muy amable y nos invitó a que esperásemos dentro (en el almacén, el cual tenía un gran espacio diáfano) a qué llegasen el resto de chicas (ni un sólo hombre), cuando estuvimos todas (unas quince chicas de entre 19 y 28 años), comenzó la encargada a hablar... justo aquí, surgen dos hechos que llamaron mi atención, en primer lugar, la entrevista conjunta y en segundo lugar, el hecho de no llevarnos ni a un pequeño despacho aunque fuera, ya que, en las entrevistas anteriores siempre me sucedió lo contrario (fueron de forma individual y en un pequeño despacho). Asimismo, debo añadir que toda la entrevista fue de pie, tanto la encargada como nosotras, en una especie de corrillo con un aire muy coloquial.

Para comenzar, dio una breve charla sobre el trabajo que debíamos realizar en la tienda, cuál es la actitud que debemos mantener en todo momento, recalcándo que en Zara el trabajo en equipo es muy importante, sobre todo, en épocas de mayor asiduidad de clientes (Navidad, Rebajas...). Hay que señalar que durante esta charla ninguna chica (yo tampoco, evidentemente) interrumpió a la encargada; dicho esto, la encargada comenzó una por una a preguntarnos sobre la edad qué teníamos, la experiencia en tiendas del mismos sector (este criterio recalcó que lo tendrían muy en cuenta) y cuál era nuestra formación. Me sorprendí mucho al ver que muchas de las chicas tenían un currículum digno de trabajar de directora de un banco internacional y no de cajera en Zara (tres másteres, una licenciatura o diplomatura, mil cursillos, inglés, francés.... ¡hasta una manejaba el lenguaje de los mudos!, ¡increíble!)...; cuando llegó mi turno respondí a esas preguntas con actitud firme y resuelta, aunque no con respuestas tan satisfactorias en cuanto a formación se refiere como algunas de las chicas, además, tuve la suerte o la mala suerte de que me entrevistaran en último lugar, con lo cual, cuando terminó conmigo prácticamente se había acabado la entrevista. La encargada preguntó si alguna de nosotras teníamos alguna duda, afirmando que le podíamos preguntar sin miedo, nadie preguntó nada, ya que, había quedado todo bastante claro, se notaba en el ambiente que no era la vergüenza lo que frenaba las posibles preguntas y; entonces, soltó el temido: Ya os llamaremos...

Finalmente, no me llamaron; pero, aun así no me dejó la experiencia un mal sabor de boca; al contario, fue enriquecedor, ya que, hay que tener en cuenta que a cuantas más entrevistas vayas y más difieran éstas, más preparado estarás para la siguiente.

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